Hoy se oficializó la renuncia de Sergio Uribarri a la embajada argentina en Israel, presentada después de ser declarado culpable de los delitos de peculado y negociaciones incompatibles con la función pública, en cinco causas distintas.
A través de un decreto que lleva la firma de Alberto Fernández y del canciller, Santiago Cafiero, el Gobierno confirmó que aceptó la dimisión de Urribarri “al cargo de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República ante el Estado de Israel, a partir del día siguiente de la publicación” de la normativa y atendió, así, una demanda que venía siendo presentada con fervor por la oposición.
El malestar se acrecentó luego de que Uribarri encabezara en ese país la celebración de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo en Israel, pese a haber sido condenado el último 7 de abril a ocho años de cárcel y haber sido inhabilitado de forma perpetua para ejercer cargos públicos.
El escándalo cobró dimensión nacional cuando, un mes después de la sentencia por corrupción contra Uribarri, fue removida de su cargo la fiscal que llevó a cabo la investigación en Entre Ríos, Cecilia Goyeneche, en principio por otra causa, pero con evidentes sospechas de persecución política.
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